La Sábana

Vista posterior

Comencemos buscando los rastros en la parte posterior de la tela. Para ello los invitamos a rodearla por la parte de atrás y hacer una pausa allí para poder observarla detenidamente.

El Hombre en la Sábana presenta a lo largo y ancho de su espalda y sus piernas, numerosas marcas de heridas en forma de mancuerna. Son las mismas marcas que encontramos en los brazos y los muslos en la vista frontal. Son las huellas de una flagelación, es decir que el hombre fue azotado con gran brutalidad usando lo que los romanos denominaban un flagrum.  El flagrum, que podrán observar en una de las vitrinas de la exposición, era un tipo de látigo, con mango de madera al que se ajustaban tres correas de cuero terminadas en pequeños trozos afilados de hueso o en unas piezas dobles de plomo.

El resultado de la flagelación eran heridas profundas y moretones en la piel.  Si se observa en la imagen la orientación de las heridas, podemos deducir que el hombre fue azotado estando de pie y desde ambos lados, probablemente por dos ejecutores.  Los romanos imponían la flagelación como un castigo adicional a la crucifixión, generalmente a individuos con antecedentes penales. La legislación judía permitía hasta 40 azotes. Dependiendo de la intensidad, este castigo podía ser potencialmente fatal pero lo importante era mantener vivo al condenado para que pudiera llegar al lugar de la crucifixión. El cuerpo del Hombre de la Sábana presenta alrededor de 120 marcas de flagelo. La flagelación de Jesús está documentada en el Nuevo Testamento, que detalla que Pilato mandó a azotar a Jesús como castigo, siendo el pueblo el que ejerció presión para que lo crucificaran.

“Pilato entonces quiso liberarlo, pero los judíos gritaron: «Si lo liberas, no eres amigo del emperador». ¡Fuera con él, crucifícalo!»  Pero Pilato les dijo: «¿Debo crucificar a su rey?»  Pero los sumos sacerdotes respondieron: «No tenemos más rey que el emperador» Luego les entregó a Jesús para que fuera crucificado”.
Juan 19:12-15

Las heridas entre los hombros y en los omóplatos son ligeramente más gruesas y se ven desgarradas, probablemente como consecuencia de la presión y la fricción de un objeto pesado, tal el caso del travesaño de la cruz que el condenado podía ser obligado a cargar hasta el lugar de la ejecución.

Los invito ahora a observar sus pies. En la parte delantera se puede ver la sangre que ha brotado de los agujeros provocados por los clavos. Son heridas similares a las que vemos en las manos y que demuestran que el Hombre de la Sábana fue clavado en una cruz, con los pies uno sobre el otro, atravesados desde el frente por un mismo clavo.