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DEL LIBRO DE ISAÍAS

Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, así también el asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído.

¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se les reveló el brazo del Señor? Él creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada.
Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanando.
Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca.
Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca.
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.
(Juan 52:13 y sigs.; Lucas 53:1-12).

PAPA FRANCISCO – 30 DE MARZO DE 2013
”Este rostro tiene los ojos cerrados; es el rostro de un difunto, pero igualmente nos mira de un modo misterioso y nos habla en silencio. ¿Cómo es posible? ¿Por qué el pueblo creyente, como ustedes, desea detenerse frente a este ícono de un hombre flagelado y crucificado? Porque el hombre en la Sábana Santa nos invita a observar a Jesús de Nazaret. […] Ese rostro desfigurado se parece a las numerosas caras de hombres y mujeres, lastimados por la vida que desprecia su dignidad, por guerras y violencia, que afectan a los más débiles […] A pesar de ello, el rostro de la Sábana transmite una gran paz; ese cuerpo martirizado expresa una dignidad soberana. Es como si dejara traslucir una energía contenida, pero intensa, como si nos dijera: “Ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del resucitado, lo supera todo”.

PAPA BENEDICTO XVI – 2 DE MAYO DE 2010
“Este es el secreto del Viernes Santo: exactamente de allí, de la oscuridad de la muerte del Hijo de Dios, viene la luz de una nueva esperanza, la luz de la resurrección. Y me parece que, al observar esta Sábana Santa con los ojos de la fe, vislumbramos algo de esa luz.”

PAPA SAN PABLO II – 24 DE MAYO DE 1998
“La Sábana nos muestra a Jesús en el instante de su mayor impotencia y nos recuerda que en la humillación de su muerte está la salvación de todo el mundo. […] Esperemos que el espíritu de Dios que vive en nuestros corazones, despierte en todos el anhelo y la generosidad necesaria para recibir el mensaje del Sudario de Turín y volverlo un criterio para la orientación de la vida. […] La Sábana Santa de Turín constituye un desafío para el intelecto. En primer lugar, exige el esfuerzo de la persona, pero en particular del investigador, para recibir humildemente el profundo mensaje dirigido a nuestra razón y nuestra vida. La fascinación secreta que emana de la Sábana Santa nos impulsa a formularnos preguntas sobre la relación entre el Santo Lienzo y la historia de Jesús”.