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Cardenal Mario Aurelio Poli – Arzobispo de Buenos Aires

Cardenal Primado de la República Argentina

Conocemos la obra de la Soberana Orden de Malta por sus emprendimientos en favor de los más pobres y enfermos. Esta vez sus ministros, animados por un espíritu evangelizador, se han propuesto trasladar y exponer una réplica autentificada de la Sábana Santa que se venera en Turín-Italia, en la Capilla que lleva este nombre. Su objetivo es dar a conocer el mensaje catequístico y espiritual encerrado en el sorprendente testimonio de la tradición cristiana. En torno al Sagrado Lienzo, se revelan los días en que el Cuerpo del Hijo de Dios descendió a lo más profundo de los abismos para rescatar a nuestros primeros padres. Por decirlo así: nos acercan un testimonio del misterio del Sábado Santo.

Nadie fue testigo del instante en que Jesús se levantó del sepulcro, no obstante, la Iglesia predica que: «La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición» (CEC 638). Sí, la Resurrección de Cristo es un misterio y nunca dejará de serlo. El mismo Catecismo nos dice que fue un «acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento» (CEC 639). Todo aquello que nos puede ayudar a imaginar y recordar las circunstancias en que el Salvador del género humano nos abrió las puertas del Cielo, debe ser valorado y recibido con la alegría de la fe.

La Sábana Santa, puede enseñarnos cosas admirables de los días de su Pasión.

El «ícono escrito con sangre» –como lo llamó el Papa Benedicto XVI–, que peregrinará por el país, guarda la imagen de un hombre muerto. Cuesta ver en su sereno rostro desfigurado al «más hermoso de los hombres» (Salmo 44,3). Pero cuando recorremos su cuerpo, contemplamos que perviven las huellas que dejaron los estigmas de su pasión, y no podemos menos que pensar en el Servidor Sufriente de Isaías: «Muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano » (Is 52,14). San Pedro no pudo olvidar el martirio del Maestro y descubrió su sentido más profundo: «Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados» (1Pe 2,24).

Quienes han organizado esta exposición itinerante del Lienzo Sagrado tienen la intención de acercar a los visitantes un testimonio del sacrificio
extremo de amor de Jesús, que quiso pasar por la experiencia del sufrimiento y «una muerte de Cruz» (Flp 2,8), para alentarnos a creer que el «amor es fuerte como la muerte» (Ct 8,6) El Papa Francisco, al contemplar la imagen impresa en el paño, nos invita «a subir al Calvario, a mirar el madero de la Cruz, a sumergirnos en el elocuente silencio del amor. Por lo tanto dejémonos emocionar por esta mirada, que no busca nuestros ojos sino nuestro corazón. Escuchemos lo que Él quiere decirnos con su silencio que va más allá de la muerte».

«Oh Dios, Padre nuestro,
que en Cristo tu Hijo
nos has revelado tu rostro
y nos has manifestado tu amor,
abre nuestros ojos con la gracia del Espíritu Santo
para que reconozcamos en Él a nuestro Redentor y Señor
y lo sigamos, como fieles discípulos,
por el camino de la cruz
hasta contemplarte cara a cara en la gloria»

Oración Colecta de la Misa del Divino Rostro.

Arquidiócesis de la Santísima Trinidad de Buenos Aires
25 de febrero de 2020