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Arzobispo de Turín
Entre las tantísimas obras que lleva adelante, la meritoria familia de la Soberana Orden de Malta se abocó a trabajar por el Evangelio y a asistir a los hermanos y hermanas que más lo necesitan. Hoy los miembros de la Orden encontraron en la exposición sobre la Sábana Santa un nuevo camino hacia la evangelización.
En Turín recordamos siempre agradecidos la gran ayuda que prestó la Orden de Malta en las diversas situaciones en las que se requirió de primeros auxilios durante el desarrollo de la exposición de la Sábana Santa.
Por eso creo que es aún más importante que la Sábana Santa y su mensaje lleguen a aquellos hombres y mujeres que no tuvieron la posibilidad de peregrinar hasta Turín para participar de las exposiciones. Este es el fin que persigue esta iniciativa de la Orden: acercar la imagen y el mensaje de la Sábana Santa a muchas personas provenientes de países lejanos. La exposición itinerante de la Sábana Santa de Turín se pensó y se puso en marcha justamente con esta idea.
El cuidado con el que ha sido prepararon y la habilidad de los organizadores garantizan que la exposición sea creíble. Se espera que los visitantes se interioricen con el surgimiento de la Sábana Santa y su historia hasta la actualidad. La exposición explica cómo fue cambiando la forma de venerarla a través de los años, ofrece información actualizada sobre las investigaciones científicas y sobre la historia de las propias investigaciones realizadas, relatando también la forma en que su carácter extraordinario no deja de desafiar a los investigadores. Finalmente hallarán los impulsos que los acercarán al propio mensaje religioso que la Sábana transmite a los fieles.
Celebro esta iniciativa, agradecido y con satisfacción. La exposición se prepara para enfrentar su viaje más extenso. Es mi deseo que coseche todo el éxito que se merece y que logre transmitir el mensaje de sanación en todos los países que recorra.
Que se aúnen mis bendiciones y mis plegarias para que lleguen al trono de la Gracia. Doy mi bendición desde lo más profundo de mi corazón, apelo a la misericordia de Dios y a la protección maternal de María, a la cual Jesús confió a sus hermanos y hermanas desde la cruz.