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Los inicios de la Sábana Santa
La tradición histórica de la Sábana Santa de Turín es especialmente compleja. Recién a partir de 1389 hay menciones claras al respecto en las fuentes. No hay ni registros ni documentación para los albores de la Sábana Santa; las tradiciones y los indicios iconográficos dieron lugar a hipótesis fundadas.
El Evangelio de Juan (Juan 20:5 y sig.) resalta especialmente la relevancia de las síndones en las tumbas vacías, lo que representa el primer impulso de la fe en la resurrección de los discípulos. Si se supone que los primeros cristianos fueron los que conservaron la Sábana Santa, hay motivos fundados de por qué durante mucho tiempo ni la mostraron ni comentaron de su existencia:
- Las mortajas eran la esencia de la impureza en el judaísmo.
- Adorar la mortaja con la imagen de Cristo hubiera sido motivo de persecución por parte de la comunidad judía por idolatría.
- Para la legislación romana, la imagen de un reo del Estado crucificado hubiera constituido un delito de Estado.
- Hasta el Concilio de Nicea (325 d. C.) estaba prohibido mostrar la imagen de un crucificado.
Cabe mencionar que la historia del arte recién comenzó a mostrar imágenes de personas crucificadas a partir del siglo V. Si se quería mantener viva la síndone como reliquia, se debía presentarla de tal manera que no se asociara a una mortaja, por ejemplo, doblándola de alguna forma especial que solo mostrara el rostro. Así, cuando se buscaran historias sobre esta reliquia, lo que se supiera de la Sábana iría desapareciendo poco a poco. Recién en la época bizantina se volvió a saber de la Sábana como reliquia. (Véase K. Dietz, en: Maier 2005, 105 y sigs.)