La Sábana
Vista frontal
Trasladémonos ahora al frente de la sábana y observemos las heridas de las manos.
¿Notan alguna diferencia con las representaciones habituales de la crucifixión de Jesucristo?
Sí, han observado bien. No es como lo hemos visto en la mayoría de las representaciones pictóricas tradicionales en las que los agujeros de los clavos se encuentran en las palmas de las manos. Son las muñecas las que están perforadas. Y la razón es simple. Tal como lo sostienen todos los médicos forenses, las palmas de las manos no pueden soportar el peso de una persona crucificada porque se desgarrarían. En cambio, los huesos de las muñecas sí podrían soportarlo.
Ahora volvamos la mirada hacia su cabeza. En la frente y en la parte posterior de la misma vemos los rastros de numerosos coágulos de sangre más pequeños y una llamativa y evidente huella de sangre en forma de 3 invertido que fluye sobre la frente del hombre. Estas marcas, estos pequeños rastros de sangre, son el resultado de una corona o casquete de espinas que se presionó firmemente sobre la cabeza del hombre. Esto debe haber sido muy doloroso, lesionando también los nervios faciales. Tengamos en cuenta que en la cabeza hay alrededor de 150 puntos de dolor. La coronación de espinas es algo inusual como castigo, pero este condenado lo sufrió, tal como lo describe el Nuevo Testamento en el contexto de la burla de los soldados romanos hacia Jesús llamándolo “Rey de los Judíos”. También podrán observar un ejemplo de este casquete de espinas en una de las vitrinas.
«Pilato entonces hizo castigar a Jesús. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la colocaron y le pusieron un manto carmesí»
Juan 19:2
Si observamos la imagen negativa de la tela, vemos también la mejilla derecha hinchada, la nariz rota y la ceja derecha partida lo que nos muestra que el Hombre de la Sábana fue brutalmente golpeado.
¿Observan la gran herida alargada en el pecho de la que sale una gruesa línea de sangre? Probablemente fue causada por una lanza que se clavó desde la derecha entre la quinta y sexta costilla hacia el corazón.
¿Pueden observar el borde blanco en las manchas de sangre? Esto demuestra que, en el momento de recibir esa herida, la sangre ya se había dividido en suero sanguíneo acuoso y células sanguíneas. Esta separación ocurre solo después de la muerte. Esto nos demuestra que el Hombre de la Sábana recibió el lanzazo en el costado cuando ya estaba muerto. En este contexto, también es interesante observar que sus piernas no estaban rotas. Por lo general, las piernas de los condenados se rompían a fin de acelerar el proceso de muerte. Al quedar colgada de los brazos por no poder apoyarse en las piernas, la persona muere rápidamente por asfixia. Esto también se menciona en el Nuevo Testamento en relación con la crucifixión de Cristo:
«Así que los soldados vinieron y rompieron las piernas del primero, luego del otro … Cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le rompieron las piernas, pero uno de los soldados empujó su lanza hacia su costado e inmediatamente la sangre y el agua fluyeron».
Juan 19:32-34
Esta misma sangre post-mortem también corre por la espalda y la cintura a través de la zona lumbar. Este rastro de sangre fue creado cuando el cuerpo fue bajado de la cruz y una oleada de sangre salió de la herida del costado y fluyó hacia la espalda.