Exposición > Ciencia > Sindonología

La sábana que fotografió Secondo Pia es, según las últimas mediciones, un lienzo de lino de 4,41 metros de largo y 1,13metros de ancho. Presenta una imagen en color beige pálido, tenue y sin contornos: es el frente y el dorso de un hombre en toda su longitud.

Desde que Secondo Pia tomó la primera fotografía, los científicos de diversas disciplinas han intentado desvelar los secretos de la Sábana.

Se suele hacer referencia a sus investigaciones con el término “Sindonología”. No obstante, la sindonología no es ninguna rama nueva de la investigación científica, sino que es un término amplio que incluye todo el espectro de estudios científicos referidos al surgimiento, la datación y la identidad de la Sábana Santa.

Vista anterior – positivo

“Sindon” es la palabra griega de los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas y para el sudario de Jesús.

El profesor de Zoología de la Universidad de la Sorbona en París, Ives Delage, y su discípulo, el biólogo Paul Vignon, fueron los primeros en investigar la Sábana. El primero, agnóstico; el segundo, católico. Pero ambos están convencidos: Ningún artista de la Edad Media pudo haber retratado el cuerpo humano con tanta exactitud anatómica como la que se observa en la Sábana Santa de Turín.

Cuando en 1902 publicaron los resultados de sus investigaciones, recibieron duras críticas. También fue criticada la forma en que recabaron la evidencia científica, en especial argumentando que la investigación científica no debería abocarse a temas religiosos.

Vista anterior – negativo

Por primera vez en 1931, un médico se dedicó a estudiar la Sábana Santa a partir de nuevas fotografías. Pierre Barbet, cirujano en un hospital universitario en Parí, en su libro “Un médico en el Calvario”, describe los sufrimientos de Jesús en la cruz y la causa de su muerte. Como resultado llega a la conclusión de que la Sábana Santa de Turín tiene que ser real, porque un médico puede claramente leer en ella.
Un médico sabe cómo un cuerpo humano reacciona a la tortura en la cruz. Y esto es lo que demuestra precisamente la Sábana Santa.

Barbet observa un detalle que le llama especialmente la atención: la posición poco habitual de las heridas de la mano. Dado que los brazos están cruzados, solo puede apreciarse una sola de las heridas de las manos. Esto evidencia que los clavos de la crucifixión no perforaron las palmas de las manos, sino que se insertaron en el carpo, lo que contradice todas las representaciones de la iconografía que existe hasta la actualidad donde se muestran las heridas en las palmas de las manos. (Véase el capítulo “Heridas de las manos”, pág. 38 y sigs.).

Guido Reni, Crucifixión (1637/38)
San Lorenzo en Lucina, Roma

Llama la atención la ausencia de pulgares de la figura. Solo se ven cuatro dedos de cada mano. Durante mucho tiempo, se creyó que se trataba de una parálisis como consecuencia del daño que sufrió el “nervus medianus” cuando ingresó el clavo, lo que provocó que el pulgar se curve hacia adentro. Pero esta suposición no coincide con la posición anatómica de las vías nerviosas. Es posible que los pulgares no hayan tenido contacto con la Sábana Santa y, por ende, no dejaron su marca, dado que estaban, tal como sucede de manera natural, ubicados detrás de la superficie interna de la mano correspondiente.

Clavo de crucifixión romana, de aproximadamente 1 cm de diámetro