Religioso y Prior de la Orden de San Juan en Portugal.

Nació en Cernache do Bomjardin, Portugal, en 1360.Era primo del fundador de la familia real de Braganza y a los
23 ingresó a la Orden. A los 25 años, mientras servía al Rey Juan I como Comisario, derrotó al enorme ejército invasor castellano, asegurando la independencia de Portugal.

Luchó denodadamente como Constable por su patria, por lo que es considerado “héroe nacional”. Fue muy generoso y caritativo con los pobres y, ya alejado de la Corte, se convirtió en humilde hermano laico de la Orden Carmelita, donde se destacó por su devoción a Nuestra Señora.

Nació en Castello di Calcinaia, Pisa, en 1136. Sus humildes padres le enseñaron la obediencia y el amor al silencio que practicaban. A los 14 años, vio a un ángel que le ordenó ingresar al convento de las Hermanas de San Juan de Jerusalén de Carraia. Vivió en el convento, dando ejemplo de oración continua, penitencia severa, flagelos,
ayunos y abstinencias. Su comportamiento estaba basado en virtudes fundamentales: humildad, obediencia y bondad. Siempre fue afable y mansa.

Su rostro sonriente no tenía rastro de sus mortificaciones: vivía en la contemplación y compañía de Jesús, María y los santos. Durante años atendió las necesidades de las hermanas, de los pobres y los enfermos que se alojaban en la enfermería.

Giovanni Battista Montini nació en Concesio en 1897. A los 19 años ingresó al seminario de Brescia. Entre sus labores pastorales estuvo la de enseñar, luchar por los problemas sociales, acercar los trabajadores industriales a la Iglesia, y la renovación de la vida litúrgica.

Fue elegido Papa el 21 de junio de 1963, tomando el nombre de Pablo VI. Reanudó el Concilio Vaticano II. Durante su carrera desarrolló diversos escritos entre los que se encuentran encíclicas como Ecclesiam suam, que habla sobre los caminos que debe seguir la iglesia y Humanae Vitae, sobre el control de la natalidad.

Santa Flora nació en Maurs, Francia, alrededor del 1300. A los 13 años ingresó al convento de las Hermanas de San Juan de Jerusalén en Beaulieu, donde se dedicó a atender a enfermos y peregrinos. Durante su vida afrontó duras pruebas espirituales al igual que fue premiada con grandes gracias y experiencias místicas.

Tenía una devoción especial a Cristo crucificado, a Ntra. Sra. de la Anunciación y a San Juan Bautista, Patrono de la Orden. Entre las experiencias que vivió, tenía la sensación de
una cruz de madera en su cuerpo de la que pendía el cuerpo del Salvador, que le provocaba sangrados bucales y por una herida en su costado.

Nacido en Sicilia en 1135, se unió como Caballero a la Orden de San Juan de Jerusalén, junto a su hermano Ferrandino. Pronunciaron votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia y de «permanecer en armas» para dedicarse a confortar a los afligidos, asistir a los peregrinos y enfermos y defender los territorios cristianos de Tierra Santa, donde fue martirizado en 1187.

Según la tradición fue capturado durante la desastrosa batalla de The Horns of Hattin y al negarse a abjurar de la fe, fue decapitado junto a otros en presencia del Sultán Saladino. Se le conoce como San Nicasio Mártir.

Nació en 1280 en Zevio, cerca de Verona, Italia. Se casó con Albert Canoculi, y juntos se dedicaron a asistir a los pobres. Después de la muerte temprana de su esposo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres. Pasaba sus días en oración, contemplación y obras corporales de misericordia. Todas las mañanas visitaba el hospicio de Verona de la Orden de San Juan de Jerusalén para visitar a los enfermos y los pobres y lavarse los pies.

Recibió el hábito de las Hermanas Hospitalarias de la Orden de San Juan de Jerusalén, y dedicó el resto de su vida a la oración y al cuidado de los enfermos dentro de la Orden.

Nació en 1168 en Alessandria, Italia, y abandonó su su carrera en las armas a los 20 años, enviado a cuidar a los enfermos en el hospital del complejo de San Giovanni di Pré en Génova, donde los peregrinos iban y venían de Tierra Santa.

Se distinguió por su bondad y su caridad hacia los pobres. Asistía a los enfermos con consuelo humano, espiritual y económico. Cuando fallecían, les daba sepultura con sus propias manos. Uno de los rasgos representativos de su espiritualidad, junto a su amabilidad, modestia y piedad, fue su fe. Con ella era capaz de mover montañas.

Practicaba la penitencia y el ayuno y era famoso por los poderes milagrosos sobre los elementos naturales.

Angelo Giuseppe Roncalli, nació en Lombardía en 1881. Se ordenó sacerdote en 1904 y fue Bailiff de la Soberana Orden de Malta. Su intervención para socorrer a los judíos de la persecución nazi mientras servía como Delegado Apostólico del Vaticano en Turquía durante la II Guerra Mundial fue distintiva.

Fue elegido Pontífice el 28 de octubre de 1958, con el nombre de Juan XXIII. Convocó el Concilio Vaticano II, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. Escribió 8 Encíclicas entre las que se destacan Mater et Magistra y Pacem in terris. Imagen del «Buen Pastor»: manso y gentil, emprendedor y valiente, sencillo y activo, su lema fue: Obedientia et pax.